Cachorritos en venta
Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no seáis altivos, sino asociaos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.
Romanos 12:15-16
***La historia de hoy nos llega cortesia de la Fundacion Unanimes***
Reflexión:
El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que leía: «Cachorritos en venta».
Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando: «¿Cual es el precio de los perritos?»
El dueño contestó: «Entre $30 y $50». El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas: «Sólo tengo $2.37… ¿puedo verlos?». El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba.
«¿Qué le pasa a ese perrito?», preguntó.
El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida.
El niñito se emocionó mucho y exclamó: “¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!».
Y el hombre replicó: «No, tú no vas a comprar ese cachorro, si realmente lo quieres, yo te lo regalo».
Y el niñito se disgustó, y mirando directo a los ojos del hombre le dijo: «Yo no quiero que usted me lo regale. El vale tanto como los otros perritos yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2.37 ahora y 50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado completo».
El hombre contestó: «Tú en verdad no querrás comprar ese perrito, hijo. El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos».
El niñito se agachó y se levantó la pierna de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo: «Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco y el perrito necesitará a alguien que lo entienda».
El hombre estaba ahora mordiéndose el labio y sus ojos se llenaron de lágrimas… sonrió y dijo: «Hijo, espero que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú».
Mis queridos hermanos y amigos, identificarse con el que sufre es una característica típica del creyente bíblico. Usualmente los creyentes recordamos de donde nos ha sacado el Señor y regresamos precisamente allí para llevar la esperanza que solo Él da. Identifiquémonos con los que sufren, el Señor ya lo hizo, ahora nos toca a nosotros hacerlo también.
Dios le bendiga